¿Qué es la gig economy?
Hasta hace relativamente poco tiempo, los profesionales aspiraban a tener un trabajo, quizás no para toda la vida, pero sí donde crecer profesionalmente durante un largo periodo de tiempo para luego dar el salto y continuar su crecimiento. Pero esta mentalidad ha cambiado considerablemente con la recesión económica, la transformación digital de los negocios y la entrada de los llamados millennials al mercado laboral.
Los expertos coinciden en afirmar que los millennials constituyen una generación que busca nuevos desafíos y oportunidades de crecimiento, y que no tiene miedo a la hora de cambiar de empleo. De hecho, aseguran que se comprometen con los proyectos, no con las empresas, y los estudios demuestran que cambian de trabajo cada dos años aproximadamente.
Se trata, en definitiva, de un nuevo paradigma que está transformado el mercado laboral. Cada vez es más habitual trabajar en proyectos de duración determinada y, una vez concluidos, cambiar de compañía. Se trata de la gig economy o economía de los pequeños encargos.
La gig economy nació hace poco más de una década en los Estados Unidos y en España podríamos encontrar un paralelismo con el trabajo de freelance o autónomo, ya que consiste en realizar encargos de duración concreta y sin establecer una relación de exclusividad con la empresa contratante. Se trata de una fórmula que a la empresa le permite responder a las demandas de un cliente y a los trabajadores les ofrece la posibilidad de lograr una mayor posibilidad de conciliación entre vida personal y profesional.
El informe “Freelancing in America: 2017”, de la FIA, calcula que 57,3 millones de americanos trabajan como freelance, una cifra que representa el 36% del mercado laboral. Pero, más allá de las cifras, lo importante es que se trata de un nuevo modelo laboral que ha llegado para quedarse. Y es que según los datos aportados por la herramienta LinkedIn Profinder, el 42% de los trabajos que se realicen en el año 2020 se harán bajo este modelo económico debido a sus ventajas para empresas y empleados.
Las empresas ven en este modelo una oportunidad para acceder al mejor talento en cada momento y disponer, así, de un mayor grado de conocimiento y experiencia en función del proyecto que tienen que abordar. Además, ello se traduce en una reducción de costes y una optimización del tiempo. Por su parte, los trabajadores freelance tienen contraprestaciones como, por ejemplo, una mejor flexibilidad, un mayor control sobre sus horarios y ritmos de trabajo, poder marcarse el nivel de ingresos que desean percibir, así como ampliar su red de contactos.